Adrien Broner noqueó a Vicente Rodríguez y se coronó campeón superpluma de la OMB

Por Rodrigo Hilarión



El estadounidense Adrien Broner derrotó por la vía rápida en el tercer asalto al argentino Vicente Martín Rodríguez y se calzó el cinturón mundial superpluma de la OMB que se encontraba vacante, en el combate celebrado en el estadio U.S. Bank Arena de Cincinnati, Ohio, Estados Unidos.

En su más difícil combate, “El Mono” Rodríguez (34-3-1, 19KO) no pudo coronarse con la victoria ni el cinturón. Es que en frente tuvo a un exquisito boxeador, de tan solo 22 años, pero de una calidad que prevee que será el sucesor de Floyd Mayweather Jr.  El norteamericano Adrien Broner (22-0-0, 18KO) fue efectivamente un “Problema” para Rodríguez. Con la misma pimienta de sus puños con los que derribó a su coterráneo Jason Litzau en su última presentación, sucumbió al piso a un Rodríguez, que subió al ring para llevarse el título. Pero nada fue suficiente ante un animal en el ring, un boxeador con un cuerpo increíblemente fortificado para su edad, un estilo que calca al del mejor boxeador libra por libra norteamericano y una pegada tan fuerte como una locomotora que arrasa todo a su paso.

Cuando el “Let’s get ready to rumble” del histórico anunciador norteamericano Michael Buffer retumbó en el estadio, el corazón de todo el público se estremeció al escuchar el grito de guerra sobre el ring. Tras el anuncio del oriundo de misiones, Argentina, Vicente Rodríguez y luego el del boxeador que cruzaría guantes en el patio de su casa, Adrien Broener, se libró la lucha.

Entrando y saliendo, con un repiqueteo de izquierda constante, salió el crédito local. Pero Rodríguez se movía, hacia arriba y abajo como un sube y baja, mientras trataba de colocar su izquierda en cualquier fórmula posible. Porque conocía el poder de puños del norteamericano, y no fue precisamente, a ser cazado por el cazador. Sin embargo, un voleado de izquierda que cortó el aire, se hizo sentir pronto en el mentón del argentino, mientras éste trató de no ser blanco fijo y cubrirse de la mejor manera posible, como si se tratara de una lluvia incesante de la cual no se puede escapar sin mojarse. La velocidad de Broner dejó sin muchas opciones al visitante. Sus manos rectas se bloquearon en la defensa de un Rodríguez que intentó el contraataque sin mucho éxito. Con la rapidez de un camaleón que estira su lengua para atrapar algún insecto, la izquierda de Broner salía para hacer mella sobre su rival. Quedando solamente diez segundos, el misionero  avanzó con su izquierda y metió el gancho de derecha. Pero Broner estaba tranquilo. Tan así que mantuvo a la raya a su oponente con su veloz y potente swing de izquierda, combinándolo con la derecha recta.

La historia dio un giro en el segundo round, porque a pesar de la zurda con la que Broner medía la distancia, Rodríguez lo fue a buscar. Lo persiguió por el ring hasta que lo encontró, con una derecha contra las cuerdas que el norteamericano no se imaginó. El combate prosiguió, pero “El Mono” ya no se dejó intimidar por la potencia. Le puso el pecho a la bala y llegó nuevamente con la misma receta. Con Broner contra el encordado, Rodríguez pudo meter un gancho de izquierda, sin embargo, el astuto boxeador estadounidense recurrió a agacharlo con sus brazos, a mantener bajo el centro de gravedad de su oponente para que no pueda atacar. El árbitro Frank Garza le llamó la atención por tal acto. Rodríguez presentía que éste podía ser su round. Y plasmó ese presagio, con otra derecha más, una voleada, cuando nuevamente llevó al favorito contra las sogas. Broner salió de la zona de fuego con el paso al costado y luego giró para quedar en frente de su rival. Pero el empuje del argentino presionaba de tal manera, que su adversario no podía hacer su pelea. Rodríguez se aguantó los envíos poniéndose duro como roca y tiró sus manos, que no llegaban a destino en su totalidad, pero atacaban más que la defensa de Broner que emulaba a la de Mayweather, nada más que sin levantar tanto el hombro izquierdo para protegerse el rostro en ese costado. Empuje, garra y corazón metió Rodríguez, persiguiendo su sueño de alcanzar la gloria máxima para un boxeador.  Si bien en el último minuto Broner no dejó de lanzar sus puños, Rodríguez los aguantó y persiguió su presa. No se la quiso dejar fácil y su derecha parecía ser la clave.

En la esquina del argentino se escucharon felicitaciones y pequeñas indicaciones, mientras en el rincón opuesto, se le daba a un boxeador de puños extremadamente picantes, la orden de dejar el resultado a merced de una mano que diera por terminado el combate. Y así fue, las manos de Broner parecieron cargarse, con mejor calibre y nuevo cartucho. Por otro lado, sus piernas se mostraron más ágiles y rápidas, para esquivar los envíos del visitante. Los sentidos de Broner parecieron despertarse, imponiendo su ritmo, su distancia, su pelea. Izquierda en jab, en cross, doble jab de izquierda y uppercut de derecha eran las armas del dueño de casa. Pero Rodríguez siguió con el mismo ánimo, con el mismo afán de coronarse y fue así que nuevamente, lanzando a su opositor contra un rincón neutral con una izquierda en cross, se impuso. Descargó tantos golpes como su aire lo permitió. Ganchos y cruzados buscaron la victoria por la vía rápida, una victoria que lo sacara de tan difícil pelea y que diera el batacazo en la casa del favorito. Pero eso no sucedió. Broner empezó a  amarrar a su rival y el réferi dio la orden de break. Ambos boxeadores siguieron con su plan, hasta que una derecha que se elevó hacía el cielo, de arriba hacia abajo, se plantó sobre el mentón del argentino. Lo hizo retroceder y lo dejó sentido. Fue ahí donde Broner vio la luz para terminar la pelea. Lanzó sus puños como látigos, como martillos, en forma de voleados sumamente potentes, para sacarle la cabeza a su rival. Rodríguez se cubría y no se veía en condiciones de seguir, pero quería guapear. Sabía el riesgo que corría, pero no se rendiría. Lo busco con una derecha en cross, justo antes de que una izquierda cruzada que avanzó como una locomotora a todo vapor, acertara sobre su cabeza. El resultado fue devastador para Rodríguez. Lo sentó en el piso. Mareado y sin posibilidad de reacción, vio como todo se nublaba y retumbaba en su cabeza. La victoria no era más que un espejismo que se desvanecía en ese mismo momento para el argentino.

Frank Garza llegó al diez y Broner festejó subiéndose a una esquina, con los brazos en alto y doblándolos por el codo para hacer fuerza con sus bíceps. Y luego, se tiró en el mismo rincón sobre la lona para llorar de la emoción, con sus rodillas apoyadas, su espalda hacia delante y cubriéndose los ojos con sus guantes, mientras en la otra punta, Rodríguez se recuperaba y recién parecía asimilar la derrota por la vía categórica.

Finalmente, Garza levantó el brazo de Broner, mientras Michael Buffer anunció al nuevo Campeón Mundial Superpluma de la Organización Mundial de Boxeo. El joven boxeador estaba al borde de las lágrimas mientras le colocaban el cinturón.

Broner cosechó su victoria categórica número 18 entre sus 22 combates ganados. El invicto y nuevo campeón mundial superpluma le sonríe al futuro, mientras muchos hablan de que será el próximo Floyd Mayweather Jr. Por su parte, Vicente Martín Rodríguez añade su tercera derrota (la primera por nocaut) a su récord adornado además por 34 victorias y un empate. Una derrota de sabor amargo pero una gran experiencia para uno y una victoria que será el primer escalón de un gran futuro para otro. Adrien Broner seguirá sumando alegrías al público norteamericano y promete estar entre los mejores libra por libra del mañana.

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